¿Qué significa en Europa el Derecho a una Educación de Calidad para Todos?
Por Ricardo Angulo Olozaga, Coordinador de los colegios de la Compañía de Jesús en la Zona Norte de la Provincia de España, Miembro del Steering Committee de JECSE que además participa en el Core Group del GIAN por el Derecho a la Educación para Todos.
En el año 2015 se ha determinado la nueva agenda de desarrollo mediante los nuevos Objetivos de Desarrollo sostenible basados en diecisiete grandes Objetivos.
El Objetivo 4 pretende “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.La consecución de una educación de calidad es la base para mejorar la vida de las personas y el desarrollo sostenible. En este sentido, la existencia de leyes educativas ayuda, pero no garantiza el objetivo, sobre el que, a diferencia de la anterior agenda, se espera que todos los Estados, independientemente de su posición económica, IDH o situación en el mapa geográfico se comprometan a cumplir.
Y en todo esto ¿Cuál es la situación en Europa? Una Europa desarrollada y en la que podríamos pensar que este derecho está más que garantizado; pero tal y como nos indican los datos, sigue habiendo lagunas en la garantía del mismo. Si bien es cierto que en lo referente a la educación infantil y primaria el nivel de escolarización de calidad es prácticamente del 100%, no ocurre así con la educación secundaria CINE 2 y 3 (Clasificación Internacional Normalizada de la Educación – ISCED en inglés) que corresponden a los niveles de educación secundaria básica (hasta los 15 años) y superior (de 15 a 18 años).
Especialmente si atendemos a la siguiente meta de los ODS: Para 2030, aumentar sustancialmente el número de jóvenes y adultos que tienen las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento, hay mejora posible.
Una de las realidades que constatamos en Europa es la una gran diversidad de situaciones entre los países, especialmente en lo referente a la educación secundaria.
De forma general hay un 24% de europeos que tienen como mucho un nivel de educación secundaria básica. Entre los jóvenes de 20 a 24 años el 82% tiene finalizada la educación secundaria.
Un dato que refleja la diversidad es la desigual distribución del 11% de jóvenes de 18 a 24 años, que no están actualmente estudiando y tienen únicamente educación secundaria básica. Así en Croacia suponen el 2,5%, mientras que en España suponen un 22,5%.
Este colectivo está presente en todas las realidades, aunque de forma muy desigual. No es lo mismo Grecia, Italia, España o Irlanda, que Eslovenia o los países bálticos.
Este grupo de jóvenes se abren a un escenario de exclusión social. En algunos casos provienen de entornos especialmente afectados por el impacto de la crisis, pero también por las heredadas condiciones estructurales previas a la misma. Son jóvenes que se han emancipado recientemente y jóvenes que residen en hogares en situación de exclusión. Pero sobre todo el colectivo joven que concentra el mayor nivel de vulnerabilidad es precisamente el que conjuga la desvinculación del espacio formativo y la exclusión del espacio laboral, es decir, jóvenes sin ocupación y fuera del sistema educativo. En algunos lugares se les ha conceptualizado como “ni-ni” (ni estudia, ni trabaja). Aunque en sí mismo el término no presupone ninguna (des)motivación específica para los y las jóvenes, debe advertirse su potencial estigmatizador y culpabilizador para con quienes no son sino una de las principales víctimas de la crisis de empleo.
Y es a estas situaciones a las que tenemos que dar respuesta, como lo están haciendo algunas de las instituciones, entre ellas también instituciones de la Compañía, que tratan de ofrecer una formación secundaria y una capacitación profesional de calidad a jóvenes que están alejados, tanto del sistema educativo formal, como del sistema laboral. Las Écoles de Production de AFEP en Francia o el Centro Nazaret en Alicante son ejemplos de esta respuesta .
Nuestra incidencia ha de ir en el sentido de apoyar y promover iniciativas que pretendan dar a todos, sin exclusión, una formación secundaria de calidad que les permita integrarse socialmente en las mismas condiciones que otros jóvenes.